Esta mañana tuvimos la tremenda visita de dos super mujeres que llegaron a participar de nuestra Semana Vocacional y a contar sus historias de vida y experiencias.
La primera de ellas fue la Psicóloga, Magíster en Psicología Clínica, Terapeuta en Psicología de la Mujer y Autoestima y Especialista en Sexualidad Humana y Terapia Sexual Femenina Nerea de Ugarte, fundadora del movimiento social «La rebelión del cuerpo»: campaña que educa sobre los efectos negativos de los estereotipos de belleza.
Fue una charla «power», en la que Nerea dio cuenta de los prejuicios, problemas y sufrimientos que tienen las mujeres por culpa de los estereotipos que la sociedad les impone, partiendo por la publicidad que crea carencias e induce a las niñas desde pequeñas a «querer verse o ser» lo que no son y obsesionarse con una imagen fañsa de la mujer, lo que las lleva no solo a consumir por un ideal, si no que muchas veces a obsesionarse y sufrir por ello.
El movimiento social que ella impulsa desde hace años busca, precisamente, que las mujeres se acepten tal como son y que los medios tengan una responsabilidad social con el contenido que emiten.
Busca, además, educar sobre los efectos negativos que tienen los estereotipos de género sobre niñas y adolescentes.
La otra super mujer que nos visitó fue la Nelly León, religiosa de la Congregación del Buen Pastor, entidad que trabaja con reclusas en distintas ciudades de Chile.
La Hermana Nelly, como es conocida, es la capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín y lleva más de una década al servicio de las mujeres privadas de libertad.
En 2008 creó una fundación llamada “Mujer Levántate”, que trabaja en la intervención de las mujeres que quieren dejar el delito.
En su charla, que comenzó con un video donde se mostraron extractos de la visita del Papa Francisco a la cárcel de mujeres (hecho que fue el primero en la historia de los sumos pontífices), la Hermana Nelly habló sobre la necesidad de justicia, reinserción y ayuda para las mujeres encarceladas, ya que a su juicio lo que se encarcela es la pobreza.
Gran parte de las presidiarias, explicó, están ahí porque han caído en el delito para alimentar a sus familias y vuelven a reincidir y a caer por la falta de oportunidad y le necesidad de robar o traficar para sobrevivir.
Una realidad que ella, su trabajo y su fundación, han logrado revertir casi milagrosamente aunque aseguró aún queda mucho trabajo por hacer.
Dos visitas potentes de dos representantes que eligieron volcar su profesión y su vocación al servicio de las mujeres.